Pablo Unamuno: «Mi abuelo fue un hombre adelantado a su tiempo en todos los sentidos»

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El nieto del escritor no alberga dudas en cuanto a demostraciones de cariño: «Entre Bilbao y Salamanca, Salamanca sin duda»

Pablo Unamuno, profesional dermatólogo jubilado y Catedrático de esta especialidad por la Universidad de Salamanca es además, por sangre, nieto de Miguel de Unamuno. Y durante este año, además, por todos los poros de su piel rezuma el aroma del filósofo reencontrado con Salamanca. De tez barbada y blanquecina, Pablo de Unamuno transmite mucha serenidad en el habla, pero lo que no puede ocultar de ningún modo, pues lo delata el brillo de sus ojos, es el tremendo orgullo que como descendiente directo está sintiendo en este 2012, año en el que conmemora el 75 aniversario de la muerte del pensador vasco.
«Está siendo un año intensísimo. Creo que no he parado un solo día», explica mientras aclara que lo hace «no con gusto, sino con muchísimo gusto. Es un verdadero placer constatar el apoyo y cariño que a través del homenaje se le está haciendo a mi abuelo por las instituciones, Universidad, Ayuntamiento, etc… pero también colegios profesionales o incluso colectivos vecinales. Es increíble cuando cariño hay acumulado a la figura de Unamuno en Salamanca».

Y no sólo en Salamanca, pues aunque sea cierto que el homenaje más ‘denso’ o poblado de actos se esté viviendo en tierras charras, donde Pablo y su familia «estamos siendo los encargados de corresponder e implicarnos en todo aquello en lo que nos reclame», también en Bilbao, en Vigo o Ferrol, e incluso en pequeños pueblos, se está reclamando la presencia de algún familiar del escritor: «nos lo hemos repartido entre las diferentes ramas de la familia y cada uno se ocupa principalmente de su provincia o zona de influencia, porque el volumen de actos está siendo enorme», aclara.

Vencidos los primeros seis meses desde del inicio del Año de Unamuno, Pablo advierte que no les ha causado excesiva sorpresa el hecho de que se haya programado tal elenco de actos, pues en su familia «siempre hemos sido conscientes, porque la gente lo transmite, de que Salamanca lo adoraba. A lo largo de estos años, hemos encontrado, primero a la gente que lo conocio y lo compartió en su día a día, que lo recuerda con especial cariño, y te paran, y te lo cuentan. Pero es que además a estos se les suma la generación a la que sus may0res les han transmitido esas relaciones, esas anécdotas… y eso es también una fuente inagotable de intercambios».

Más que satisfecho por la ‘rehabilitación pública’, al menos desde el lado más institucional, con la concesión de la Medalla de Oro y el título de Hijo Adoptivo, el nieto da por zanjado ese espinoso asunto: «Efectivamente se ha tardado más de lo deseable, pero yo creo que con todo lo de este año lo podemos dar por bueno. Institucionalmente, y también desde el lado más emotivo para la familia, ese acto ha sido el más destacado del año hasta ahora, sin duda».

A este respecto, aclara que el papel de la Universidad a lo largo de las últimas décadas, «es sin duda el más relevante en el tiempo. No sólo por la labor de recuperación de documentos, fotografías, epistolario, etc. Sino, y más en concreto, por el mantenimiento brillante de la Casa Museo, que dirige increíblemente bien Ana Chaguaceda y que es un lugar importantísimo para poder conocer a mi abuelo y todo lo que le rodeó».

Entre los apoyos recibidos históricamente desde las dos tierras de referencia de Unamuno, su nieto no tiene duda: «Entre Bilbao y Salamanca, Salamanca sin duda».


Tanto cariño, advierte, «siempre fue correspondido por mi abuelo, eso es obvio. Un cariño mutuo para con Salamanca, pero sin renunciar a su condición de vasco». A pesar de que en algunos momentos, en la dureza en los ataques al sistema, al Rey o a Primo de Rivera, pudieran deslizar también algunos ‘dardos’ hacia el pueblo en las reflexiones unamunianas, «todo el mundo coincide en que Unamuno ama a Salamanca, y en su destierro manifiesta que echa de menos esta tierra, no sólo porque su familia está aquí». Como también echaba en falta Bilbao, aunque su figura pública se maltratase más por aquellas tierras, o Gredos, que le maravillaba… «Mi abuelo fue un adelantado a su tiempo en todos los sentidos, y también por eso podía sentirse salmantino y vasco, como ahora nos podamos sentir catalanes y españoles, o españoles y europeos», apunta.

En este afán por rehabilitar y renovar la imagen del filósofo y escritor, uno de los mayores beneficios para su figura está siendo, sin duda, la labor ingente de investigación, la recuperación de textos y fotografías, etc…«Cada vez aparecen más. Sobre todo en el epistolario. Todo va apareciendo poco a poco, y sabemos que hay aún muchísimas cartas, la mayoría privadas, por ahí guardadas. Aunque si algo echamos en falta es, en el ámbito de las publicaciones, las que enviaba a diarios y revistas, especialmente en Latinoamérica.. El resto está en la Casa Museo, perfectamente encajado, pues allí Ana lo tiene todo perfecto».

Ejemplo de libertad de pensamiento y de expresión, preguntamos a su nieto si Unamuno hubiera estado de acuerdo con el movimiento social de repulsa a los políticos e instituciones tan vigente en la actualidad, o incluso con el 15-M, y responde éste que «probablemente hubiera simpatizado. Coinciden en muchas cosas. Primero en que él nunca se calló ante nada o nadie. Y además estoy seguro de que haría una crítica feroz a esta corrupción generalizada que hay en el tejido empresarial, bancario, institucional, y lo que es peor todavía, en la política, pues los políticos se promocionan con un discurso de ayuda al pueblo y luego caen en la corrupción».

Al hilo de este ambiente también inquirimos a Pablo Unamuno sobre la falta de líderes en el ámbito del pensamiento filosófico en estos movimientos sociales de protesta, especialmente preparados para encabezar la crítica con argumentos, como se produjo sistemáticamente en España desde la generación unamuniana hasta mediados del siglo XIX, y coincide éste en que la gente está esperando «ese tipo de líder. Alguien que sea honesto, que diga la verdad. Esuna pena que no surjan una docena para que se pueda enderezar este grave problema de fraude y corrupción que padecemos».

Avanzando ya hacia el lado más ligero de la entrevista nos encontramos con la grata sorpresa de que la ‘cocotología’ también se ha transmitido, como algunos valores, generación tras generación. «Me encanta la papiroflexia, o más bien debería decir, como mi abuelo, la cocotología… Sí, es una cosa que muchos en la familia hemos heredado como afición, y desde pequeños. Él mismo contaba que cuando los bombardeos en Bilbao, siendo niño, tenía que quedarse en casa con un primo suyo, y con papel hacían pajaritas, y ejércitos de soldados con los que jugaban». A Pablo le enseñó, también en la infancia, su hermano Ramón, y a éste su padre… y así en varias ramas de la familia. «Mi abuelo decía que esto era un entretenimiento con arte y ciencia, y yo coincido».

Anécdotas de este año le quedarán muchas a Pablo Unamuno, pero sin duda una que no olvidará es la ocasión de participar en los paseos teatralizados en los que encarna a su propio abuelo, y esta vez ‘con texto’:«Jamás me he dedicado al teatro. En su día si participé en un documental, en los 90, porque el director era familiar mío y me propuso transfigurarme en mi abuelo. Recuerdo que tardaban horas en maquillarme. Pero yo allí no hablaba, simplemente entraba en plano, paseaba por Salamanca, Hendaya o Madrid. Si allí me confundía, repetíamos… Esto es distinto».

Se le nota divertido y disfrutando de esta experiencia, pero algún momento de debilidad a tenido, pues no duda en reconocer que «ahora no me arrepiento, desde luego, pero tengo que reconocer que la semana antes del estreno sí. Casi no podía dormir, estaba todo el tiempo dándole vueltas al texto, y convencido de que me iba confundir», confiesa.

Dicho esto, le recordamos, y manifiesta no haberse nunca preguntado acerca de ello, si a la responsabilidad de ser nieto de quien es, en algún momento se le ha sumado la de estar a la altura también en el ámbito académico: «Siempre ha sido un honor y un orgullo ser Catedrático de la Universidad, y creo que seguramente sea el único descendiente de él que lo ha sido, pero no me lo había planteado». A renglón seguido cuenta que siempre le ha encantado la enseñanza y le sigue gustando, pero parece que aún no le ha dado tiempo a echarlo mucho de menos pues ha sido jubilarse «y «venirme encima todo esto del homenaje y el no parar de actos…aún no sé cómo es eso de la jubilación», bromea.

Con la mente puesta también en que no todo se agote este año, se despide de los Desayunos de TRIBUNA Pablo Unamuno, lanzando de nuevo el reto de que la investigación sobre la figura de su abuelo no es estanque, y que los especialistas sigan buscando material «especialmente en Latinoamérica. Sabemos que allí publicó mucho»….