Un entrañable Jesús Vidal llena el abarrotado Teatro de Unicaja de superación y positividad

unicaja jesus vidal_detail

No podía comenzar de otra manera ante un público salmantino: Jesús Vidal (León, 1975), ganador de un Goya por ‘Campeones’ en 2019, aseguró en el Teatro de Unicaja Banco para dar inicio a su conferencia: «Decíamos ayer que lo que la naturaleza no da, Salamanca no nos lo presta».

Con un discurso lleno de positividad y afán de superación, la conferencia organizada por Unicaja y Tribuna Grupo ha servido para que el actor español derrochara cercanía ante un público entregado.

Con un repaso a su vida lleno de guiños a Salamanca y salpicada de humor, Vidal ha demostrado que hay que «darle una vuelta al concepto que se tiene de válidos y no válidos». El premiado actor recordó cómo fue un bebé normal hasta que a los 3 meses contrajo una enfermedad «parecida al sarampión» que le afectó a la vista con una miopía magna, que a los 20 años le dejó completamente ciego del ojo derecho. «Pensaba que cuanto mejor formado estuviera, más oportunidades tendría y eso me impulsó a ver la vida como un reto», reconoció el actor leonés.

Jesús Vidal, que reconoció ser un gran amante del deporte, recordó cómo le gustaba seguir al equipo de baloncesto femenino de León… «pero no tanto cuando llegaba Perfumerías Avenida y nos ganaba», dijo entre bromas.

El actor leonés aseguró que su vida cambió cuando se dio cuenta de que su rumbo personal «lo iba a marcar yo». Así, estudió Filología Hispánica porque «amaba el teatro» y siguió además con estudios de Historia del Cine, Periodismo y Marketing para llegar al final del camino dirigiéndose ya con claridad hacia su verdadera vocación: la de actor.

El premiado actor español se puso serio hacia el final de su alocución para reivindicar la «diferencia» frente a la «discapacidad». Así, Vidal quiso poner un ejemplo gráfico: «Es como si a la base de Avenida le dicen que no es una buena pívot porque no defiende bien al poste bajo». El leonés reconoció y avisó que «el lenguaje puede ser muy perverso» y que hay que «valorar a las personas por lo que pueden hacer para hacer un mundo más humano, más eficiente y mejor».